El Centenario del Urinario.


 EL CENTENARIO DEL URINARIO- La Fuente de Duchamp:  de la clandestinidad subversiva al absolutismo académico.

La Fuente es un ready made realizado por Marcel Duchamp a partir de la manipulación de un urinario en 1917. No es el primer ready made hecho por Duchamp- que fue la rueda de bicicleta de 1913,-pero sí es el más famoso.
Hay mucha gente inteligente que opina que la Fuente es la obra más influyente de todo el siglo veinte. Es un arte diferente que no se hace con la mano, que se hace con la mente.
Pero un siglo y un ejercito de teóricos han conseguido borrar la sonrisa sarcástica de Marcel Duchamp o al menos difuminarla de un modo casi trágico. Aquello que fue una provocación se sitúa como el origen de una tradición, la transgresión se vuelve transcendencia. El chiste ingenioso se convierte en actividad seria y respetable. Ya el arte conceptual de los setenta aparecía con una actitud menos lúdica, más áspera y definitivamente pretenciosa que DADA a principios de siglo y que Fluxus en los 60. Actualmente, las estrategias del arte de proyecto, que establecen un desarrollo cada vez más manierista y barroco de los postulados del arte conceptual, han ocupado de modo casi absoluto museos y centros de arte, desplazando al arte de objeto y escenificando un canon y liturgia frígidos, austeros, daltónicos, secos y sosos que entroncan con la estética aséptica e impersonal de la higiene sanitaria.
Aún hay ejércitos de iletrados decimonónicos que se preguntan si esto es arte y que viven con la sospecha permanente de que todo es una tomadura de pelo (algo que Duchamp como buen dadaísta sin duda fomentaba). Pero la existencia de todos estos seres alejados por simple desinterés de los postulados más básicos de la vanguardia no justifica el enfasis didáctico y evangelizante con el que crítica y museografía insisten en contenidos que ya hace décadas resultan pesados, académicos y manidos. Por no hablar de la insistencia de un mercado feliz de poder justificar por medios teóricos precios elevados para mercancías con bajo coste de producción.
No es que la fuente se haya secado, es el urinario, que ya huele.


RECORDANDO LOS OCHENTAS- PINTURAS EN EL GAUEKO DE BILBAO EN 1985


- Una larga charla telefónica con el amigo Alejandro Garmendia hace revivir en clave nostalgia algunos episodios germinales en mi trabajo ocurridos hace la friolera de 30 años

En primavera de1985 recibí el encargo de realizar unas pinturas efímeras  de carácter festivo para la discoteca Gaueko de Bilbao, templo del afterpunk vasco, decorado a modo de gigantesco water por el artista Javier Urquijo. Invité a participar a mis compañeros de piso y estudio,  Alejandro Garmendia y Felipe Solares, que habían fundado el grupo Comunidad Latina de Bilbao y realizado algunas instalaciones de carteles pintados a mano en lugares públicos de la ciudad.  Aprovechando la luz negra del local utilizamos pintura fosforescente. El primero de los eventos para el cual se habían hecho las pintadas fué la presentación en Bilbao del grupo Kortatu, en ese momento la estrella del recién nacido rock radical vasco. La muchedumbre bailaba frenéticamente y la discoteca se convirtió en una sauna, los azulejos  condensaban la humedad y la pintura recién puesta se desprendía con facilidad. Los danzantes arrrancaban trozos de pintura fosforescente para pegarlos en sus caras y cuerpos en un ambiente orgiástico.  Las pintadas quedarán semiborradas el mismo día de su estreno, especialmente en sus zonas centrales, lo que les dió un aire casual , ruinoso y misterioso, durante los meses siguientes, hasta que, poco a poco, fueron siendo borradas.
Un año mas tarde realicé unas pinturas para el techo de la pista de baile, de las que no tengo fotografías.








La Reconstrucción del Edén- Capítulo 2-La Salvación de Andy


    
 Fríos haces de luz blanca iluminaban las naves de la catedral de San Patricio durante el oficio matinal en aquel día helado de cuaresma. Sentado en un banco, Salvador Dalí se arrebujó en su abrigo de auténtica piel de leopardo. Hojeaba distraídamente un pequeño misal que camuflaba una edición de época del Justine del Marqués de Sade, iluminada con ilustraciones pornográficas de deliciosa naivité,  mientras oía,  como música de fondo, la salmodia del mecánico oficio del cura irlandés, intentando así provocarse un cierto estado de excitación que le condujera a un suave éxtasis místico en el momento de la eucaristía.

    Pero no se concentraba. Su estómago en ayunas le molestaba con un sordo ardor, achacable a la adulteración del champagne presuntamente francés del que había abusado en la cena de la noche anterior.
   Cerró los ojos encomendándose a Santa Teresa. Imaginó a la santa según el modelo del éxtasis de Bernini, arrojada por los suelos. Los faldones de su hábito se arremolinaban dejando descubiertos sus bellos muslos femeninos enfundados en relucientes medias de cristal. Y en el liguero...ese broche: la mosca de oro y esmeraldas. Pero no conseguía visualizarlo con la nitidez suficiente para conseguir cierto arrobamiento. ¿ Acaso fallaba en algo su aparato místico paranoico de delirante neocatolicismo? ¿Qué le separaba de la santidad? Algo le molestaba. Se sentía observado.
   Abrió los ojos. Apenas un puñado de madres de policía dispersas por los bancos casi vacíos de la iglesia ante él. Con disimulo, volvió imperceptiblemente la cabeza dirigiendo la mirada sobre su hombro derecho. Ahí estaban.

   Una mujer menuda, de edad mediana pero aspecto de ser intemporalmente anciana, le miraba fijamente desde detrás de sus gafas de concha sonriéndole beatíficamente. Escudado tras la mujer de mirada penetrante, a su lado, un joven que parecía su clon  le lanzaba nerviosas miraditas furtivas.
   Les había visto antes. El joven  había llamado especialmente su atención. Aparte de ser el único varón no entrado en años que frecuentaba aquellas desérticas misas, siempre junto a aquella mujer a la que tanto se parecía,  su aspecto deplorable le causaba una mezcla de repulsión y ternura.
   Era un tipo escuchimizado con enormes gafas de pasta. Su pelo grasiento y ralo era extrañamente incoloro, como su piel macilenta y sebácea, con el rostro cruelmente horadado por las erupciones de un acné persistente. Una nariz bulbosa, similar a la de un payaso pero mortecínamente blancuzca, contradecía la flaccidez general que emanaba de su figura.

   Dalí sabía por su actitud que desde el primer momento le había reconocido, manteniéndose apartado con visible timidez. Pero el espionaje de esta mañana comenzaba a enojarlo.
   Aferró su bastón de mango de marfil y dejó que una santa cólera le inundara por haber sido turbado en su recogimiento. Se puso en pie y se deslizó ceremoniosamente por la fila de bancos hasta quedar frente a la pareja.
- Joven, acompáñeme.

   El joven pálido empalideció aún más y se incorporó titubeando de  forma  tan torpe que hubiera caído si la mano de la mujer anciana no lo hubiera apoyado suave pero firmemente, empujándolo a seguir al airado Dalí. Este se desplazó hasta la nave lateral, parándose bajo un chorro de fría luz que se filtraba por los ventanales, mientras el patético joven caía temblando ante él, apoyando su espalda en un confesionario.

-¿Quien es usted? ¿Qué quiere de mí? – preguntó el pintor autoritario. Sus finos bigotes, enhiestos como antenas. temblaban imperceptiblemente, sus ojos brillaban terribles.
   La voz aflautada y afeminada del joven sonó especialmente chillona por efecto del miedo al responder:
- Me llamo Andrew, ella es Julia Warhola, mi madre.
- Eres un niño que viene a misa con mamá. Te llamas Andy.
- Si, si...muy bien...Andy...soy dibujante...diseñador gráfico...me dieron un premio... he hecho escenografías...obras de teatro...de aficionados...tengo una  exposición en una librería...Serendipity...
- ¿ Serendipity , diseñador, escenografía? Todo esto tiene el aura de la sodomía. ¿Tú...?
-      Si.
   La cólera de Dalí se desvanecía. Había algo tan blando en la actitud humilde del marica blancuzco que hacía pensar en la mantequilla. Y lo que más deseaba el vacío estómago de Salvador Dalí era una tostada con mantequilla. Lo miró y deseó untarlo en una rebanada de pan y engullirlo. Un suave afecto se apoderó de él.
   Los ojos llorosos de Andy brillaron con una repentina determinación y se elevaron por primera vez hasta los de Salvador.
- Quiero ser artista.
- Me lo temía.
- Vengo de Pittsburg , una horrible ciudad de provincias. De una familia pobre. Soy feo. Y quiero ser famoso. Como tú.  Ayúdame. Sálvame de la mediocridad. ¿Qué tengo que hacer?

   El deseo de abofetear a aquel merengue, reprimido por hallarse
en suelo sagrado, estaba dando paso a una emoción totalmente desconocida para el corazón del catalán: la compasión.
   Mientras escudriñaba extrañado esta sensación desconocida en lo profundo de su corazón, se formaba otro pequeño milagro. En el exterior salía el sol. El lechoso chorro de luz bajo el que se encontraba Salvador fue tomando un tinte cálido, amarillento. Su abrigo de leopardo comenzó a relumbrar, bañándole en una atmósfera de oro.
   Después de todo, él, el réprobo, el sacrílego, el blasfemo, se encontraba bañado en la luz de la santidad. El tacaño ampurdanés, transido del fervor de la caridad, daría a ese mísero espantajo un secreto más valioso que la piedra filosofal, guiado por su santa piedad.
   Posó su mano reconfortantemente paternal sobre el hombro del joven y le dijo:

- Pequeño Andy, te comprendo. También yo fui alguna vez un joven provinciano y escuchimizado. Por eso sé lo que tienes que hacer. Buscas la fama, rodéate de ella. Eres un fantoche, conviértete en un fantasma. Haz fuerza de tu debilidad. Tu pelo es descolorido, cómprate una peluca blanca. Y esa nariz...
- Me la voy a operar.
- Muy bien, chico, muy bien.
    Abrió mucho los ojos, como solo sabía hacer él.
- Si no puedes ser natural, sé artificial.
   Ambos quedaron en silencio unos instantes, mirándose fijamente.
- Bendígame, maestro.
Los ojos del joven aspirante se llenaron de lágrimas. Agachó la cabeza con sumisión.
   Salvador improvisó  emocionado unos gestos levantando las manos con el falso misal y el bastón, cruce de bendición papal y pase de manos de prestidigitador.

   Durante la conversación, el cura había procedido rutinariamente al ritual sacramental de la eucaristía y ahora las voces desafinadas y chirriantes de las madres de los policías irlandeses de la ciudad de Nueva York entonaban un himno invitando a la comunión.
   Con solemne lentitud, transido de santa gloria, casi levitando, Salvador Dalí se volvió dando la espalda al discípulo y se encaminó por el pasillo central hacia el altar, mientras Andy Warhol se derrumbaba en la capilla lateral dando las gracias a una estatua de la Virgen María y Julia Warhola, que había contemplado la escena sin perder detalle desde la distancia, prorrumpía en lágrimas de emoción.





La Reconstrucción del Edén- Capítulo 1- El Flaco contra el Gordo: Ajedrez en Cadaqués



El Flaco contra el Gordo - Ajedrez en Cadaqués





- Lo siento, Marcel, si mueves ese alfil, Barnett Newman morirá.
- ¡Un simple peón! Tu voracidad no conoce límites, Salvador, pondrías tu juego en peligro por devorar un simple peón.
- Sabes que yo no temo engordar.

   Cuando en 1994  una invasión de esculturas monumentales de Fernando  Botero tomó el paseo de Recoletos en Madrid, se produjo una pintoresca manifestación protagonizada por artistas y gente del mundo del arte. Estos enarbolaban pancartas con reproducciones de obras de Alberto Giacometti, la galerista Soledad Lorenzo incluso una estatuilla original.
    Giacometti era el Antibotero, la imagen ascética espiritual y descarnada de la modernidad, La sensibilidad anoréxica y desmaterializada, europea  y urbana se enfrentaba contra la carnosidad materialista y agraria del sudamericano, lo elitista  y minoritario contra lo populachero, lo fino frente a lo basto y ordinario,
    Esta reivindicación de lo flaco contra lo gordo, la escasez ascética contra una orgiástica superabundancia, aparece ya en los comienzos  de la modernidad vanguardista, en la transición del arte orgánico y pastelero del modernismo a la asepsia constructivista.  La reivindicación expresionista del Greco contrastando con la ubicuidad museal del rubicundo Rubens.
   El elogio de lo estructural implica una apoteosis del esqueleto. Twiggy contra las vedettes del Paralelo. La chicha y la molla representan lo superfluo liposuccionable.
   La sensibilidad urbana industrial de la modernidad está asqueada de la sensorialidad gastronómica y retiniana de la deglución. El disfrute estético del ojo que devora es neutralizado por la sagacidad del ojo que piensa, que lee.

Sherlock Holmes, paradigma del ojo inquisitvo, - interpretado, como no, por Peter Cushing- es flaco. De rasgos afilados, agudos como su intelecto. Duchamp también es flaco y como Sherlock fuma en pipa. Esto no es una pipa.
   La estética de Duchamp es fría, ascética y austera. Como el misterio al que se enfrenta el detective plantea siempre un acertijo. Su obra implica un sarcástico y velado elogio del voyeurismo bajo el frígido disfraz de una estética mecánica.  Es una bomba de relojería cuidadosamente programada para situar la figura de su autor en lo más alto del Parnaso de finales de siglo- Siglo XX-, aupado en la gloria por la cita sistemática de un ejercito intelectualizante que, ajeno al humorismo de  su sonrisa irónica, caerá mentalmente esclavizado a la estrategia de su implacable mecanismo.

   Duchamp veraneaba en Cadaqués, lo que permitía mantener una amistad aparentemente contradictoria con Salvador Dalí.
   Dalí podría haber sido el gordo, pero físicamente era también flaco. Se había dedicado desde su expulsión del grupo surrealista a cagarse sistemáticamente en la vanguardia. Defendía hasta el canibalismo los valores nutricios y comestibles de la estética y se titulaba a sí mismo Salvador de la Tradición Pictórica. 
   El procedimiento crítico paranoico daliniano constituye en sí mismo un proceso de deglución, teñido de una golosa glotonería refinada a modo de gourmandise, no solo de la realidad, sino de toda la historia del arte y de la literatura. El resultado final de esta digestión personalizante es la obra de arte como alquímico huevo excrementicio, la gloriosa caquita áurea que expande las fronteras de la realidad y el pensamiento tras surgir de los recovecos del laberinto intestinal del genio. Este proceso exige la asimilación y filtración a través de un entramado simbólico personal que se nutre de ella, provocando una transmutación de los significados que determina la aportación creativa.
   La obra de arte nace así de una necesidad fisiológica, íntima e incluso indecorosa de expeler la información procesada creando las redes de un mundo propio y personal. Esta génesis escatológica no solo no se realiza en la oculta intimidad del retrete, sino que determina el personaje social del artista en una ceremonia de exacerbación intestinal.
   La estrategia duchampiana del ready made es, por el contrario, de índole anoréxica y estriba en ni siquiera cocinar la información. Es una apropiación de carácter frío, cerebral, que implica una distancia con el objeto.  Gran parte de la obra de Duchamp- el Gran Vidrio, Étant donnés-  gira en torno a otro proceso digestivo. El del mecanismo de excitación del voyeur, donde el cerebro devora la imagen a través del ojo creando un flujo energético, motriz y sexual.
   Si el Flaco- como asceta desobjetualizado- busca el éxtasis de un climax  distanciado en una excitación mecánica de índole masturbatoria, el falso Gordo busca la satisfacción anal de la consecución de su tesoro excrementicio.

   El Gordo y el Flaco se sentaban en la misma mesa de un café de Cadaqués. Los dos jugaban al ajedrez o fingían jugar al ajedrez, en una pantomima especular en la que estaba en juego el propio destino de la historia del arte, enfrentando las tendencias en boga en aquellos primeros años sesenta. Si ganara Marcel triunfaría el minimalismo, si lo hiciera Salvador lo haría el pop. Esta apuesta los convertía en demiurgos vacacionales influyendo de modo lúdico simbólico en el devenir  de la vanguardia neoyorquina, que se resolvía lejos de los rascacielos y de las galerías, en el apacible ambiente somnoliento de la costa catalana. De un modo mágico e irreversible, los opuestos se enfrentaban en el tablero y el destino se tejía en la partida aparentemente inocua que servía de distracción a los maestros de la modernidad en aquel atardecer de verano.
    Los artistas movían las fichas con lentitud ceremonial, rompiendo el silencio en contadas ocasiones. La luz anaranjada del sol bajo se filtraba por la ventana del bar iluminando sus rostros graves, bronceados y curtidos. El tiempo parecía suspendido en su meditación.  Parecían estatuas  de bronce dorado, graves, metafísicas. Los parroquianos mantenían la distancia y procuraban no alzar la voz para evitar molestarles. Conocían desde siempre al genio enloquecido que inexplicablemente para ellos se había convertido en una estrella millonaria, lo que les provocaba una admiración casi supersticiosa. Su amigo francés emanaba la seriedad de una autoridad sabia y severa que infundía respeto en los payeses.
    La partida quedó en tablas. Salvador ya no prestaba atención al juego y  comenzó a perorar en su macarrónico francés metacadémico mientras Marcel se lo tomaba demasiado en serio como para hacer ningún movimiento sin antes dedicarle una larga reflexión que eternizaba la partida. Decidieron posponerla. Al día siguiente  la continuarían o bien jugarían otra partida y al siguiente otra, o quizás la misma. Pero  el resultado implícito de la apuesta subyacente quedaría flotando en el aire.
   Esto, y la persistente presencia en las calles de Cadaqués en aquel momento crucial del fantasma de Walter Benjamin, que acudía desde Port Bou en estas ocasiones empujado por la tramontana para acercarse a tan buena compañía, pero a quien no dejaban entrar en la cafetería por el motivo incuestionable de que al estar muerto podía causar una impresión desagradable en la clientela, dieron como resultado del juego  el comienzo de una carrera ascendente para Andy Warhol.
    Warhol reuniría una visión lúdica enaltecedora de la baja cultura por medio de un juego de representación social -Dalí- con una estética neutra e impersonal cercana al minimalismo –Duchamp- basada en la factura seriada e industrial de su producción artística- Benjamin.

- Salvador...¿ Notas en la ventana el espectro de Walter? Está haciendo señas y arañando los cristales. Quiere que me reúna con él y no le dejan entrar porque asusta a los turistas. He de hablar con él, dentro de treinta años hordas mediocres nos citarán a ambos obsesivamente en los textos de sus catálogos. Lo estamos planeando meticulosamente .
- Amigo  Marcel, ya dentro de poco la vanguardia naufragará en su propia tontería y a nadie interesarán estas pamplinas.
- Otra vez quedamos en tablas, una cosa no quita la otra. Me voy con el espíritu de Walter a tomar el aire, lo cual es bastante económico.

   Dalí, por su parte, pidió un vaso de vino blanco y una ración de caracoles. Se quedó meditando en el bar. Decidió viajar esa misma semana a Nueva York, para dar a Andy nuevas clases de interpretación y de paso visitar a algunos magnates a los que creía poder colocar su última producción de cromos a precios astronómicos.
   Su pensamiento vagó hacia una fría mañana, pocos años antes, en la lejana Nueva York...




 
La Reconstrucción del Edén


La Reconstrucción del Edén es una exposición comisariada por Pablo Milicua  con la participación de  Koko Rico, Paco García Barcos, Marina Vargas, Samuel Salcedo y Yolanda Tabanera  que tiene lugar en el Espacio Avaart de Gijón. Se inauguró el viernes 3 de Mayo y durará hasta el 15 de Junio de 2013.



La exposición parte de la idea del artista como territorio, como constructor o jardinero de un universo propio que es una versión enriquecida de una asimilación previa de la realidad y que contribuye a expandirla. Este territorio conforma a la vez un autorretrato y una utopía personal. La coexistencia e interacción de estos mundos autónomos produce un discurso nuevo. La exposición colectiva conforma de este modo una instalación conjunta, un campo de juego donde entra en acción un sistema inesperado de relaciones y contradicciones que abre la puerta a lo inesperado, a la maravilla y al prodigio, pero también  a lo monstruoso y lo banal. 



Mariano Iñigo

En Diciembre de 2012 fallecía Mariano Iñigo, poeta a quien frecuenté en Vitoria. Bohemio, vendedor curiosidades en el rastro dominical y proveedor de quincalla para mis esculturas, pintor de los endulcoradoalucinados moñoños. Un artista popular y directo, libre y lunático. Incluyo en este blog este largo y bonito poema, escrito para el catálogo de la exposición Vida Nueva y un retrato de Joaquín Lara, autor también de mi foto oficial.

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Manuscrito Hallado en una casa de locos por un mago delgado y sencillo.
(dedicado a todos los enfermos psíquicos, con todo cariño)
Mariano Iñigo


Asco, qué asca. Los lobos se extinguen,
mi espíritu brama.
Copos de nieve aún quedan sobre el verde manto de mis
entrañas:
las fuerzas oscuras me hacen cumplir las órdenes del
desconcierto,
brillan en las hecelias del Unicornio,
según la antología del vacío,
de la antología de no saber dónde estoy.
Tal vez este silencio sea de miedo.

Saprenace naturaba
riede nocita pora
saneasiamu nosebrigo
sotainisore dotanés.

Reptaré como la hidra, si no la mato
ahora que duerme.

ONUCHODI broli notemasiONUCHODI.

Estoy enamorado de la PROHIBIDA Lógica
en esta CASA DE ORATES,
en esta casa de tinieblas,
donde la conciencia ha sido aniquilada por ranas venenosas.

Oh mi reino, tan inquietante por misterioso.
voy errante con dolor hacia el DOLOR:
veo una cueva de la que nacen negros fetos muy deprisa
y terminan en un estercolero
o desaparecen en las letrinas de los lupanares,
donde fueron engrendados a dentelladas
en las noches nosebrigo.

También los lobos mueren por los odios estridentes de
Sotadinisore Dotanés,
 y la piedad de los dioses dilapida el Taes-Nitrógeno del
Nigromante.

Los bosques de tus ojos arden en mis ojos.
Azules son las luces que me hacen ver cómo se resquebrajan
todos afectos,
todos vuestros afectos. Os veo con vuestra crueldad,
tan antigua como mis desvelos, como la sangre y el llanto,
como mis deseos de fuego y leche.
Vuestra crueldad me hace daño,
y se apodera de mi vuestro miedo…

No sé por qué Baco (yo no bebo alcohol)
se ha refugiado en mis esfínteres,
y me ha emborrachado el Mar
I ano evacúa toxinas: sotíes o mujer son su nombre
Y hematíes azules brotaban de los estertores de los lobos.
Tengo hambre catasio y los ojos purulentos

Tesiera ocibene oscute: croa croa croa.
Tesir analecui riede nocita nora,
sapuko ukeko nonime mora.

Pulpa de tempestades y papla hidra,
tranambour de los ciervos
en lunes fosfóricos extenuados
Asco, qué asca. Anatomía del vértigo.
Dónde leí estas palabras?
¡Ah!...Ya lo recuerdo: las leí en la ruinosa pared de esta CASA
DE LOCOS.
Y es que los psiquiatras son unos extraños,
unos destructores de conciencias,
en la cabeza de los hombres libres,
cuna de todas las transgesiones: sasefi légamo;
brota el vértigo de las palabras de una cruel dicha
Tiva, lávame el falo, de negros nenúfares hambriento
Sexo-sésamo la rochí la cópula cerbatana:
mi cuello sangra sangre de leche azul.

Soy aristócrata y lobo muerto,
angustia de soledad psicótica,
melopea de caballo, DAUKILA MEMORIA CURIADOSE.

Qué ésta no es una habitación,
sino la suma de todas mis visiones,
de todas mis ausencias.
Usted cree que ésta es una mesa ¿Si? Pues no,
Doctor X. Ésta es con FLORES A MARíA; y este suelo
no es de mármol,
sino de frases brillantes, qué digo yo brillantes:
brillantísimas de mi época de estudiante de medicina
anatómico-poética.

Agadina adinika sobanofre blaseniti lasdenosaro
Baje ave – laji avi sesedaru
Domacochisteria sasnenové.
Seremú canitarinche delasera.
Arenoma, arenoma.
Arenoma me la piso delasera,
arenoma nelasipa iscanotaminche.
No sé, Doctor X, por qué se preocupa tanto de mí
habiendo tanto cuerdo al cuello paseando por las calles.

Cero hacer pati chicle: línea directa con mi amor
se me pega la línea directa al oído
y un gingingingoig gingingingoig asciende la meno
pausa de cincuenta desgarros

¡Qué gongongiboig!
Oig andro, tú pausa.
En la consulta me lavo la boca con los dientes
de madame Tronambour;
luego ella morderá la línea directa de mis huevos galácticos
Ciervos siervos cuervos versos en una oginal,
y me duele la próstata prostituida por madame Tronambour.
En mi cerebro las jitanjafóras son tus sauces, amor.
Ranti no es pace. Sea jitanjáfora tortuloca la herida:
chulos chochos, chollos floripondios y vientosanos.
¡Qué dolor al oginal!
¡Qué luz más siniestra en los ojos de madame Tronambour!

Qué olog de lupanag,
qué sombría fetidez.
Qué ques, madame choggas,
qué tronag boug, mesie.

Qué choggasperdidas me fornicaron sin lavatías?
Enseñaré el bosque de los deseos al Andropausa,
Que sólo le gusta mirarse la minga al oginag.
¡ qué idioma más difícil!.
Cómo digo : Ogino yo u oginas tú?
Por qué arrastro la ERRE de la REVOLUCIÓN?
Por qué ocurren tantas catástofres?
                   UNIMUNDOCIA
                 
                  Kariakataka                                                                        Kariakataká
                  Katakaria                                    Kariaká
                  Kataka                                    Kaka                                                      Katá
                  Kata                                                      Kaka                                    Milikaká
                  Limikaria                  aria                  arimatá.
Oh turi luci mei sipa domun monsipa
y pai lota pasi Taes – Nitrógreno del Nigromante
patistekio sipa domun mon sipa amor de navajas blanquísimas
y filo de médano violeta.
Qué voy a vender yo si se me mueren todos los clientes?
Me escucha? Se me han muerto todos mis clientes
por culpa de la UNIMONDOCIA, doctor X.
Turi luci mei oh sipa y pasa vida férrea
y pai lota pasi turi cobra la cabra en montañas muy negras
(ay dentelladas lunares UNIMUNDOCIA,
avalacia bisutería, filos muchas mentes afiladas)
Draule lupa de la palabra
que en el manicomio muere
c
omo el marqués de soga pelada. Draulelupa turi
luci mei lupasión no desfallecer.
Nasjomar Draule lupa agnis ostras agnis.
Me rajo porque no veo barcos piratas en mares brumosos
rajolingua periférica de visones secretas,
fragmentos de medusa, ameba y seda
en las misteriosas noches de Palas,
mi diosa carrionesa en trigos mesetarios.
Piace mei iaci ticote mare rojo de rocío.

Baco, sal de mis esfínteres; sal de mis entrañas,
y llora ahí, donde el corazón es niebla y ruina,
y la mente está hecha trizas,
muerta en el REINO DE LAS EXPLOSIONES.
Baco, sal de mi vida  piérdete entre la muchedumbre que te ama.
Yo siempre me alimentaré del esperma de los Siete Peregrinos
y de la ubre de Venús melancólica.

Estoy en mí y en ti, amor. Estoy con mi ausencia
habitando una tierra de ceniza;
mis mejillas tienen la fiebre del destierro,
en mi boca está tu angustia,
en tus ojos, mi desgarrado llanto,
en tu corazón, mi país de piel de rumiante.
Oigo una sinfoperniatrozos luminosa;
pero no me hago ilusiones en las letrinas,
no me hago ilusiones con una gaviota en mis manos.
Éste es un tiempo de morir a solas
con la desdicha en las venas y en la punta de los dedos.
Ratas roen ramas de relojes rojos.

Callejeo por calles vacías (siempre están vacías
las calles vacías de amor); con mi soledad hago,
con mi soledad trazo trenzas tensas, todopoderosas
lunas tersas, maromas de las nieves marrones muertas.
Callejeo. Llueve. Crece la hierba:
verde es mi tristeza. Mi rostro se ha humedecido de princesafaria,
y mis manos destruyen el lenguaje de vuestra lógica
y mi corazón construye el lenguaje de la magia.
Como una pavana mi lenguaje se pavonea.
Tare no pía, Rabudí sésamo y maralfúl moralful
moralful, qué luz moralful; no te rima,
caucasiana de ebullición bíblica.

¡Oh Dolor!, yo rapto, repto, rompo viejos tropos,
creo rubios rubíes a ratos.

Asco, qué asca. Los muertos está en mi rostro,
los muertos están en el rostro de los profetas.
Y mi dolor aumenta, y las palabras,
todas las palabras, ya sobran.



Beuys Plantando el Roble


Beuys plantando el roble. primero de los 7.000 robles en la Dokumenta de Kassel. El hombre como artista jardinero emprende la tarea de reconstruir el paraíso, primera versión hecha este invierno en collage y oleo sobre lienzo, 100cm ancho aprox. Incluye entre los personajes a Tina Turner en éxtasis escénico y un pelotari de principios del siglo pasado.



Beuys plantando el Roble, segunda versión, más grande-150cm ancho aprox- collage, óleo y mosaico de objetos sobre lienzo, incluye cristales de Arija reales pegados y algunos objetos pequeños. Pintado en primavera- simplifica y aumenta la imagen anterior incluyendo el elemento matérico-objetual.